EDUCAR EN LA AUTONOMÍA

EDUCAR EN LA AUTONOMÍA

 Por Dra. Patricia García Mora 

Terapeuta Familiar en Supera 

6. EDUCAR EN LA AUTONOMÍAMuchas veces falta tiempo a los padres, sobre todo cuando los niños aún son pequeños y deben ayudarles absolutamente en todo. Es muy importante ir enseñándoles a hacer las cosas por sí mismos, no sólo para desahogar las labores y obligaciones a los padres, sino para que puedan valerse por sí mismos. A esto es a lo que se llama educar en la autonomía.

La autonomía es la cualidad indispensable que debe adquirir el niño para que en ciertas cosas, no dependa de nadie. Poco a poco su hijo conocerá sus posibilidades y progresivamente ganará independencia. Con ello conseguirá consolidar una conducta estable para el resto de su vida.

Ignacia y Javiera Larrain (Nov 2014) ofrecen siete formas para fomentar la autonomía en la edad preescolar.

1. Aceptar la necesidad de independencia del niño y no sentir que nuestra autoridad se ve amenazada por ello. En la medida en que los hijos van creciendo, es necesario flexibilizar algunas normas que eran importantes cuando el niño era más chico, con el fin de darle más espacios para desarrollarse. Por ejemplo, cuando un niño va a la plaza con su mamá y quiere ir a jugar con un grupo de niños que están en los columpios. La mamá tiene establecido que debe quedarse cerca de ella y no lo deja acercarse a los otros niños. Ella piensa que el niño todavía es demasiado chico y que debe estar siempre a su lado, por lo que termina inhibiendo la necesidad de independencia del pequeño.

2. Centrar la educación en el refuerzo de las capacidades del niño y sus logros y no tanto en las restricciones o prohibiciones. Para fomentar la autonomía del niño, es necesario darle nuevos espacios de acción que le permitan explorar su entorno y practicar sus nuevas destrezas. Por ejemplo, una niña activa y curiosa que está siempre investigando lo que hay a su alrededor, cómo funcionan las cosas, abriendo y cerrando cajones, subiéndose arriba de árboles y muebles. Sus papás están desesperados ya que ella “no para” ni por un segundo y están permanentemente retándola y diciéndole que deje de hacer esto o pare de hacer lo otro.

3. Involucrar al niño en tareas de la vida cotidiana y darle algunas responsabilidades. Desde que el niño es muy pequeño se le puede pedir su colaboración en actividades sencillas de la vida cotidiana, tales como poner la mesa, ayudar a separar la ropa por colores para el lavado, juntar los calcetines del mismo par, ordenar algunas cosas de cocina. De este modo lo estimularemos a desarrollar diversas capacidades y al mismo tiempo lo haremos sentir parte importante de la vida familiar.

4. Permitir que él asuma un rol activo dentro de las tareas de autocuidado. Es fundamental que los niños vayan poco a poco aprendiendo a cuidar su imagen personal y su cuerpo. Sin embargo, si no le damos espacio para que ellos mismos aprendan a realizar tareas de esta índole, seguirán siendo dependientes de sus padres y no lograrán hacerse cargo de su propio autocuidado. Es cierto que cuando los niños son muy pequeños no cuentan con las destrezas motoras para realizar a la perfección las actividades de higiene y vestuario. Por esto debemos estimular a que las aprendan de forma gradual.

5. Fijar metas de autonomía, pequeñas y alcanzables para el niño. Partir poniendo una sola meta, sencilla y alcanzable que le permita al niño tener éxito y, por ende, estar motivado a seguir desarrollando su propia autonomía. Cunado ponemos demasiadas metas juntas o cuando éstas suponen un nivel de destrezas motoras o cognitivas para las que el niño aún no está preparado, es probable que se desanime y se ponga cada vez más resistente a intentarlo. Para saber dónde fijar las metas es útil considerar el concepto de “zona de desarrollo próximo”, que se refiere al espacio que queda entre las habilidades que el niño puede realizar por sí solo y aquellas cosas que solo es capaz de lograr con la ayuda de un adulto. Es en ese espacio es donde debemos proponer metas.

6. Saber dar tiempo para que el niño intente hacer las cosas por sí mismo aun cuando el resultado no sea perfecto. A veces deberemos priorizar el desarrollo de la autonomía antes de lo más eficiente y bien hecho. Por ejemplo, una niña que no come sola, ya que su mamá se desespera que lo haga porque se mancha entera, deja toda la cocina sucia y se demora muchísimo. Es por esto que prefiere darle la comida ella.

7. Dar refuerzo positivo cuando actúen autónomamente. Felicitar es una de las maneras más efectivas para lograr cualquier comportamiento deseado. Por eso, cuando veamos que el niño esté realizando actividades autónomamente, es bueno incentivárselo y hacerle ver que estamos orgullosos de él. Por ejemplo, a un niño al que nunca se le felicita o le muestran sus avances cuando está comiendo solo, se lava solo los dientes o deja ordenada su pieza, difícilmente sentirá alguna motivación por mejorar o hacer las cosas por sí mismo..