PREMIOS Y CASTIGOS

PREMIOS Y CASTIGOS

 Por Dra. Patricia García Mora 

Terapeuta Familiar en Supera

PREMIOS Y CASTIGOSEstas son dos palabras que mucho se usan en la educación. Por lo general se dice que se premian aquellas conductas que son adecuadas y las que no lo son merecen un castigo.

Con seguridad los padres descubren que no siempre funciona el premiar o castigar a los hijos. Sobre todo esto último no es suficiente para eliminar por completo el comportamiento no deseado del niño. A veces, se cree que funcionan bien, pero luego se descubre que esto sucede solamente en un principio y después se vuelve a repetir la conducta que se trataba de eliminar en el hijo.

Desafortunadamente, en lugar de pensar que el castigo no es funcional, se cree que no ha sido lo suficientemente duro y entonces se opta por incrementarlo en fuerza o duración.  Asimismo se cree que los premios que se han ofrecido al niño para que realice determinada conducta ya no son suficientemente atractivos y se tratan de mejorar. Lo que sucede es que estos premios o castigos no son consecuencias naturales de los actos del niño y por lo mismo no se mantienen como un aprendizaje.

Toda conducta tiene una consecuencia y algunas son directamente derivadas de ella o bien han ido previamente determinadas. Para entender esto podemos decir que si una persona se desvela, la consecuencia natural será sentirse terriblemente mal al día siguiente y nada ni nadie podrá quitar esa consecuencia; con ello el aprendizaje se da sin duda alguna y se sabe perfectamente que la falta de sueño trae como consecuencia malestar de desvelo.

Por otro lado, la consecuencia natural cuando un niño no estudia es que no aprenda, no que se le deje sin ver la televisión. Si un niño estudia, aprenderá y no es consecuencia natural llevarlo al cine como premio. Pero muchas veces pareciera que estas consecuencias, castigar al niño la televisión o llevarlo al cine, se convierten en las únicas herramientas que se usan para motivar la conducta.

Lo mismo sucede con las calificaciones, que es otra consecuencia que el niño aprende a conseguir cuando estudia. Así, el niño aprende a estudiar por obtener un premio o evitar un castigo, no por aprender, que debe ser la verdadera razón para ir a la escuela. Como éste, se pueden encontrar muchos ejemplos en los que el niño aprende a hacer las cosas por las razones equivocadas.

Cuando el niño se desarrolla en base a premios y castigos, crecerá buscando los primeros y haciendo todo tipo de actividades con tal de evitar los segundos; pero se olvida del objetivo de la acción que realiza por andar buscando el premio o evitando el castigo.

Por otra parte, los premios van perdiendo efectividad con el tiempo y siempre se tiene que estar cambiando ; los castigos también llegan a ser poco temidos o bien generan tanto enojo que la consecuencia, no de lo que se hizo, sino del haber sido castigado, es las que hay que temer en el futuro.

El castigo no sirve más que para generar rencores y enojo; sólo funciona en presencia del agente castigador y tiene corta duración. La consecuencia, en cambio, enseña y está siempre directamente relacionada con la acción; no genera enojo porque nadie la aplica; ella sola surge detrás de la acción realizada.  Además el castigo hace que la relación se deteriore y sin relación no existe apertura para la educación. Castigando a un niño se cierran las puertas para que el padre pueda trasmitir a su hijo todo lo que él sabe le será de utilidad en su vida.

Revise las acciones de su hijo y hable sobre las consecuencias . Esto le será de mucho más beneficio que estar pensando cómo premiar o castigar al hijo; le permitirá vivir con agrado el crecimiento del niño  y ver cómo aprende de las consecuencias sin que sus relaciones se vean lastimadas.