LA VIRTUD DE SER ORDENADO

LA VIRTUD DE SER ORDENADO

 Por Dra. Patricia García Mora 

Terapeuta Familiar en Supera 

LA VIRTUD DE SER ORDENADOTener orden en la vida es algo que permite tranquilidad, sin embargo no es cosa fácil. Al igual que todo lo que se desea enseñar a los hijos, en necesario modelarlo.

Difícil es convertirse de la noche a la mañana en un ser ordenado si se ha pasado por la vida viviendo “ sin problemas” en un completo desorden. Sin embargo cuando se tienen hijos, vale la pena el esfuerzo de iniciarse en este camino.

Tal vez , para muchos padres el orden de las cosas es una batalla perdida y dejan de lado este aspecto por ser desgastante. Muchos, además, afirman que cada quien tiene su propia forma de tener orden en sus vidas; y no están muy errados. Los estudios realizados por especialistas de la personalidad se han encontrado con datos importantes que indican el por qué unas personas son más ordenadas que otras. Esto tiene su fundamento en la predominancia de los hemisferios cerebrales.

El que es regido por el hemisferio izquierdo no tiene graves problemas para tener y mantener el orden de sus cosas; contrario pasa al que su dominancia es del hemisferio derecho, que puede vivir en un desorden , para él perfectamente ordenado. Pero, esto no quita importancia al tema que se ve en este momento. La naturaleza misma tiene un orden y lo contrario es el caos.

Por esa razón, no puede decidirse vivir en desorden y menos permitir a los niños que vivan de esa manera.

Para modelar el orden es necesario empezar desde que los hijos nacen. La organización del tiempo en horarios para los hijos es un inicio. Tener horarios para levantarse, comer, bañarse, ir al colegio, etc., es una buena forma de empezar a educar en el orden. Más tarde, cuando los hijos empiezan a tener sus juguetes, es importante destinarles un espacio en donde deben ser colocados después de jugar con ellos. Determinar reglas y aplicar consecuencias al respecto es indispensable.

La regla es que se pueden usar los juguetes que se guardan cuando se ha terminado de disfrutarlos. La consecuencia es que si los juguetes se encuentran fuera de lugar no podrán ser usados hasta una siguiente ocasión. Primero se guardan en su lugar y al día siguiente podrán disfrutarlos.

Tal vez parece rígida esta forma de actuar, pero el hábito del orden exige constancia. Si se permite que los niños “encuentren” sus juguetes, en algún lugar de la casa y los dejen ahí después de jugar, lo más seguro es que en pocos días habrá juguetes por todos los rincones de la casa. Otra situación respecto a los juguetes es cuando éstos constan de varias piezas y tienen alguna caja o recipiente donde deben ser guardados.

Si no se siguen las reglas del orden, estos materiales de entretenimiento de los niños quedarán incompletos en muy poco tiempo. Esta situación , cotidiana en muchos hogares, afecta no solo el orden de la casa, sino el de la economía familiar; pronto querrán un juguete completo y el anterior será desechado.

Modelar el orden implica además de una organización eficiente del tiempo dentro del hogar, el que los padres tengan espacios personales en donde pueda observarse el orden; el que los padres tomen las cosas que necesitan y que vuelvan a colocarlas en los espacios destinados para ello; el que los niños observen que sus padres guardan las cosas por gusto y no por obligación.

Asimismo, los niños aprenderán que el orden es bueno, si se dan cuenta que sus papás saben en dónde se encuentra cada cosa que necesitan; si observan que siempre hay un espacio de tiempo antes de iniciar una nueva actividad, para dejar terminada la anterior. Por ejemplo, si el papá o la mamá están leyendo el periódico y es hora de ir a comer, antes de ir a la mesa el periódico se dobla y se pone en un lugar destinado para él. Esto puede parecer de poca importancia, pero los niños absorben todo lo que observan ; y más tarde repiten los mismos patrones.

Para educar en el orden a los hijos es necesario que los padres estén convencidos de serlo; de lo contrario el orden se convierte en algo pesado que hay que realizar y viene acompañado de disgusto.

Es importante entender que el orden exterior hace la vida más agradable; alivia la memoria, porque permite que no se desgaste buscando cosas que no fueron colocadas en el lugar habitual; ofrece calma y suprime esa sensación de malestar que se da irremediablemente al estar en un lugar desordenado; ahorra tiempo porque rápidamente se encuentran las cosas que se necesitan; facilita el respeto a los demás y la armonía familiar, porque nadie invade los espacios de otros y siempre se tienen a la mano los objetos que son de uso común entre los miembros del hogar.

Destacar cada vez que se presente la ocasión lo agradable y práctico que es poder encontrar las cosas y todas las ventajas posibles que se encuentren respecto al orden, es una manera útil para despertar el amor por este valor en los niños. Incluso pueden inventarse juegos de ojos cerrados para encontrar algunos objetos dentro de casa. Puede también ocuparse un tiempo para destacar las ventajas de tener sus objetos personales bien ordenados en sus cajones, en su carpeta o su mochila.

Como todos los valores, los mejores años son los primeros de la vida para sembrarlos. Desde el nacimiento hasta los tres años es una época favorable para la adquisición del orden; los niños que se habitúan a esta edad, conservan el hábito de ordenar las cosas por algunos años. A los nueve o diez años es necesario confirmarlo . A esta edad debe acostumbrarse al niño a organizar su trabajo y a su tiempo. También a desechar todo aquello que no es usado y dejar espacio para lo que sigue en uso.

Las personas organizadas son admiradas. Para lograr una buena organización es indispensable el orden: orden en el tiempo, orden de pensamientos, orden de vida…y esto no nace en un solo día; se siembra desde la infancia. Si un padre desea un hijo organizado…debe empezar por ser ordenado él mismo para poder enseñarle la base de la organización en la vida.