CLAVES DE LA EDUCACIÓN
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
Educar para formar la personalidad implica un sinfín de acciones y habilidades para quien lo hace.
Algunos estudiosos del tema han terminado que existen cinco claves para ello, las cuales son:
Clave 1. Educar con afecto. Se considera que dar afecto es el acto educativo más profundo de todos. En general, los niños son más sensibles al afecto. Un trato frío y mecánico sólo ocasiona un desarrollo educativo lento y poco sólido.
Si en alguna ocasión es necesario llamar la atención, esto no significa que después de haberlo hecho, no se le haga una caricia o alguna broma acerca de la situación. Es importante reconocer que la convivencia que se mantiene con el hijo a lo largo del día está llena de múltiples satisfacciones.
Asimismo es importante reconocer logros y corregir errores de manera constructiva. Conviene expresar la emoción y el gusto al verlo que avanza en su desarrollo personal, si percibe errores hazle sugerencias para mejorar. De esta manera estarás estimulando su autoestima. Le enseñarás que nadie es perfecto, pero que todo logro, así sea pequeño, será valioso.
Clave 2. Escuchar y asegurarse de haber sido entendido. Los malos entendidos son un fenómeno que se da con mucha frecuencia entre los seres humanos. Por lo general se escucha aquello que conviene. En medio de un sin fin de palabras, ganan las emociones y las discusiones se vuelven absurdas. Por ello es recomendable no discutir con los niños, cuando quieran algo que no sea razonable. Como ejemplo se encuentra la insistencia de comer un dulce o galleta antes de comer. Por lo general el padre se altera y grita con una respuesta negativa. Es más útil responder: “Ya sé que quieres un dulce, (con ello se demuestra que se le ha escuchado) pero los dulces se comen después de comer” (con esto se indica la regla en forma clara). Por lo general el niño insiste pero esa es la regla y no se repite más de una vez. Él terminará comprendiendo.
Clave 3. Ser perseverante y tener mucha paciencia. Cuando se educa a un niño con mucho afecto y cariño, es sencillo ser perseverante y paciente. No es conveniente desesperarse y gritarle o reprimirle físicamente, lo mejor es hablarle con tranquilidad y explicarle que se puede aprender de los errores y los fracasos.
Clave 4. Educar con sencillez y justicia. Llegar a hacer cosas valiosas con sencillez es una gran virtud. A veces se cree que educar es una tarea complicada; sin embargo, si se actúa con sencillez y claridad puede no serlo tanto. Por otra parte, es importante pedir al niño que haga las cosas justas. Sería injusto pedirle que recoja juguetes que él no tiró y que vea al responsable que no hace nada. Asimismo se debe considerar que cuando se le solicite que realice una tarea o un mandado, sea en un momento adecuado sin ser inoportuno; es decir, no es un acto de respeto cuando se interrumpe al niño en los momentos que le son más agradables. Hay que prepararlo para que sepa cuándo debe dejar de hacer algo. Por ejemplo, el niño que está viendo su serie preferida, se le dice que en cinco minutos van a salir y la Tv se apagará.
Clave 5. Educar con el ejemplo. Los niños aprenden mucho de las personas que son importantes y significativas para él, en este sentido los adultos son una importante fuente de imitación para los niños. Si percibe que esas personas dicen algo pero hacen una cosa muy distinta, se confunde y sus principios no se forman firmes. Una educación profunda comienza con el ejemplo.
Algo indispensable en este tema es cumplir lo que se promete. Regularmente se promete a los niños regalos, juguetes o dulces cuando se quiere que accedan o modifiquen su comportamiento; más aún cuando están en pleno berrinche o en una franca necedad. Las situaciones más comunes en las que se hace esto en relación a su comportamiento con la comida, al dormir, al dejar una mercancía en el mercado, o al hacer las tareas de casa.
Cuando los niños son pequeños conviene hacer las cosas con ellos, y no sólo dar órdenes. Nunca debe intentarse sólo mandar y hacer que los demás obedezcan; al contrario, no hay mejor ejemplo de los padres que colaborar o hacer juntos una tarea en el hogar. Es importante recordar que las acciones realizadas conjunta y en forma cotidiana tienen un alto valor formativo para los niños.