CON EL MUNDO AL REVÉS
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
Se vive en un mundo en donde actividades tan sencillas como cortar con tijeras o cerrar una llave suponen una gran dificultad para los niños zurdos. Este mundo está hecho para los diestros y se espera que un pequeño que no lo es aprenda a vivir con la facilidad que lo hace un niño cuyo manejo de su derecha es algo natural.
Aún en la actualidad, algunos padres sufren y se resisten a aceptar que su hijo se manifieste con preferencias del uso de su mano izquierda, porque consideran que ello consiste en un trastorno. Nada más lejano de la realidad. El que unos niños sean diestros y otros zurdos no es más que una opción natural de lo que se conoce como lateralidad. Si un niño utiliza el hemisferio izquierdo de su cerebro dirigirá sus movimientos del lado derecho de su cuerpo y si lo hace con el hemisferio derecho, sucederá lo contrario, esto es, sus movimientos serán predominantemente izquierdos. En algunos casos existe un cierto equilibrio entre ambos hemisferios y entonces el niño será ambidiestro.
Mucho se ha dicho que el que un niño sea zurdo dificultará sus procesos de aprendizaje. No existe ninguna razón para pensarlo. Los niños diestros y zurdos poseen la misma capacidad y las mismas oportunidades de desarrollar habilidades. Lo único que puede ser un obstáculo es la forma como está este mundo conformado para que los diestros vivan y se desenvuelvan con comodidad. Muchos niños zurdos, incluso, llegan a destacar más que los que no lo son.
Durante los dos o tres primeros años de la vida, los niños , por lo general son ambidiestros y usan en sus actividades, ambas manos y piernas. Sin embargo, existen algunos que desde más pequeños muestran su predominancia, ya sea izquierda o derecha.
La lateralidad se define alrededor de los 4 a 6 años. Antes de esta edad, es conveniente observar y permitirles que se vayan desenvolviendo de acuerdo a su elección natural. Si el niño manifiesta la misma predilección por ambas manos, entonces es conveniente orientarlo al uso de la derecha, no porque sea mejor que la otra, sino por el mundo en el que vive y que le ofrecerá más facilidades.
Si el niño elige por decisión una lateralidad definida, no hay que intervenir para cambiarla. Los procesos deben seguir su curso como si fuera diestro. No es sólo una orientación a escribir y comer con la mano derecha, lo que debe tomarse en cuenta, es todo tipo de actividad que se realiza.
En tiempos pasados se consideraba de “mala educación” ser zurdo y se realizaban todo tipo de prácticas absurdas para que el niño escribiera y comiera con la derecha, lo que se lograba con grandes esfuerzos. Sin embargo, en el resto de las actividades, su lateralidad predominante siempre seguiría siendo la izquierda. La autoestima de estos niños era seriamente afectada. Se consideraban extraños y fuera de lugar. No sólo había rechazo y señalamiento para ellos, sino también una enorme dificultad para moverse de manera natural. De esta manera, los sentimientos influyeron en sus procesos de aprendizaje, no por falta de capacidad, sino por una imagen infravalorada. Afortunadamente esto ya es parte de la historia. Pocas personas zurdas son afectadas por seguir con libertad su dominancia.
Para comprobar si un niño es zurdo o diestro, se pueden realizar las siguientes actividades y observar detenidamente qué pie y qué mano prefiere usar para llevarlas a cabo, como:
- Tapar o destapar botellas
- Patear o cachar alguna pelota
- Mirar con un caleidoscopio o microscopio
- Cepillarse los dientes
- Peinarse
- Llevar un vaso lleno de agua
- Hacer una foto
En todas estas actividades, el niño elegirá espontáneamente el ojo, mano o pie dominantes.
Para los niños con esta dominancia, es importante enseñarles que son zurdos y permitirles que ellos mismos busquen la forma de acomodarse al mundo al revés en el que habitan. Si se les fuerza a usar la lateralidad que no domina en ellos, entonces sí se presentarán problemas serios en su escritura; tendrán problemas de equilibrio e inseguridad y severas heridas en su autoimagen. Tal vez aprenderán a usar su ojo, pie y mano derechas, pero en el resto de sus actividades la dominancia izquierda se encontrará siempre presente.
Es muy importante estar conscientes de la clase de mundo en donde les toca desenvolverse a estos niños: puertas para abrirse con la derecha, coches con cambios a la derecha, escritorios escolares con paletas para diestros, el ratón del ordenador a la derecha, cámaras para fotografía con el ojo para usar el ojo derecho, entre otras.
Ya en la actualidad, muchas de las empresas que construyen equipo para uso del ser humano, están tomando en consideración que en el mundo existen consumidores zurdos. Ya existen tijeras, teclados, cuchillos, calculadoras, bancas escolares, pero, sobre todo, ya existe conciencia en los padres de que tener un hijo zurdo es algo perfectamente normal y que a la enseñanza sólo debe agregarse un ingrediente de adaptación a un mundo derecho.
Una dosis extra de paciencia a los padres diestros con hijos zurdos es importante. Tan importante y valioso es un niño diestro como uno zurdo. Sus procesos de aprender son los mismos. Su inteligencia y su capacidad no tienen diferencias. Es cuestión de entender que las dificultades que muestran los niños zurdos sólo son problemas de adaptación por vivir en un mundo que no ha sido construido especialmente para ellos. Cuando algún padre se desespere con un hijo zurdo fácilmente podrá entenderlo si sólo se pregunta qué haríamos quienes somos diestros si este mundo hubiera sido construido para gente zurda. Seguramente en el futuro todo estará más equilibrado para dar iguales oportunidades de adaptación tanto a las personas diestras como a las zurdas.