DEDITOS LASTIMADOS

DEDITOS LASTIMADOS

 Por Dra. Patricia García Mora 

Terapeuta Familiar en Supera 

DEDITOS LASTIMADOSLos niños no suelen comenzar con el hábito de comerse las uñas hasta los cinco o seis años, y esto se debe probablemente a que no poseen aún las piezas dentales o la destreza oral suficiente para hacerlo. Este hábito puede aumentar su frecuencia durante momentos de estrés, aunque no necesariamente es la causa del hábito. No es posible determinar una causa específica .Cada caso es distinto.

Por lo general, el que el niño se coma las uñas no preocupa tanto como el que se chupe sus dedos, y por lo mismo se pone menor atención en este hábito. También es menos sancionado y ello hace que se encuentren muchas personas adultas que lo siguen haciendo.

A diferencia de chuparse los dedos, el comerse las uñas puede ocasionar daños severos en la piel. En muchas ocasiones la uña es arrancada y eso ocasiona lesiones que llegan a convertirse en infecciones de diferente gravedad.
La frecuencia es mayor que el llevarse a la boca los dedos por los siguientes motivos : no es calificado de vergonzoso y el arrancarse las uñas a veces  sustituye los dientes por las mismas manos. Esto es, las mismas uñas ayudan para destruir las de la mano contraria.

No se ha logrado determinar cuál es la causa de este hábito, pero sí se ha detectado que lo mantienen personas de temperamento nervioso. Por lo general el adulto que se come o arranca las uñas ha pasado ya por experiencias infecciosas y ha tratado de hacer por sí mismo remedios para eliminar este hábito, con pocos resultados. Esto, debido a que no se ha atendido la raíz del problema. Es como mantenerse tomando aspirinas para el dolor de cabeza sin atender lo que lo provoca.

Los pediatras llaman onicofagia a este hábito en los niños y lo consideran un síntoma que delata ansiedad. Por lo mismo, es importante estar consciente que el verdadero problema no es el comerse las uñas, sino que es solo una manifestación de algo más.

Al igual que para el hábito de chaparse el dedo, se ofrecen remedios como poner sustancias agrias, guantes o chupones en los dedos; y si bien en algunos casos esto funciona, la raíz del problema solo busca un sustituto para manifestarse porque no ha sido resuelto.

El regañar y señalar continuamente al niño para que no se coma las uñas solo servirá para fijar el hábito. Puede ser que el temor a ser castigado le lleve a ocultarse para hacerlo, pero por desgracia no es como chuparse los dedos, aunque el hacerlo también produce cambios severos en la piel; el comerse las uñas es evidente y no puede negarse que se hace.

Como antes se ha mencionado, este hábito puede permanecer hasta edades adultas. Se pueden observar familias enteras en las que existen varios miembros cuyas uñas delatan esta costumbre. Por ello, los niños encuentran modelos para imitar. Muchas veces el pequeño no es que se encuentre ansioso, pero si observa a uno de sus padres o parientes cercanos que le son significativos y éste se come o arranca las uñas, empezará a hacerlo por simple imitación. En ocasiones, esto es reforzado haciendo comentarios que denotan orgullo, como : “ se parece tanto a mí que tiene las uñas iguales” o “ Mira, se come las uñas igual que ….” . Si para el niño es una figura importante esa persona, seguro reforzará el hábito de arrancarse o comerse las uñas.

Si los padres se mantienen preocupados en ese hábito y le ponen demasiada atención cuando se presenta, los niños aprenderán que comerse o arrancarse las uñas sirve para que papi y mami les den atención. Lo que debe hacerse es darles atención a los niños y no al hecho de comerse o arrancarse las uñas. Buscar momentos para atenderles en forma especial y tomarles sus manitas mientras conversan como un contacto cariñoso y cercano.

Cada caso es diferente. En cuestión de hábitos no puede establecerse un criterio uniforme. Algunos niños iniciarán la práctica de comerse las uñas por imitación, otros habrán encontrado en ello una forma de estar entretenidos cuando están aburridos y algunos más lo harán como una descarga de ansiedad.

No existe una respuesta del por qué se hace, pero sí es un hábito inadecuado que puede dañar la salud de quien lo practica. Lo que sí es importante saber y atender es que comerse o arrancarse las uñas es un síntoma o una manifestación de algo más. Nadie lo hace solo por el gusto de hacerlo y es conveniente buscar las causas y atender cada caso en particular.

Un pediatra o un psicólogo infantil pueden ser quienes ofrezcan la guía adecuada después de conocer la historia del niño. Entre más temprano sea atendido más posibilidades habrá de sanar o corregir lo que está causando esta práctica de comerse o arrancarse las uñas.