EDUCAR PARA LA FRUSTRACIÓN
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
Este tema es algo que preocupa mucho a los padres en la actualidad. Sus hijos se frustran con gran facilidad y entonces intervienen para quitarles ese sentimiento. Para entender un poco esta situación conviene leer esta pequeña narración:
“Un día apareció en un capullo una pequeña abertura; un hombre se sentó y observó durante varias horas cómo una mariposa se esforzaba en sacar su cuerpo a través de aquel pequeño agujero. Parecía que no lograba ningún progreso. Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: tomó una tijera y cortó el resto del capullo. La mariposa entonces, salió fácilmente. El hombre continuó observándola; él esperaba que, en cualquier momento, sus alas se abrieran esplendorosas. Pero lo que ocurrió en realidad es que la mariposa apareció arrastrándose con un cuerpo deforme y unas alas atrofiadas”.
A los padres muchas veces les pasa lo mismo; no comprenden que el esfuerzo de los hijos es necesario, así como lo era el que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura para desarrollar su cuerpo, sus alas y su potencial. Muchas veces se observa que los hijos no saben o no quieren afrontar los errores, las negaciones, las injusticias sin que su reacción sea desmedida en muchos casos. Para evitar esto es necesario educar en la buena gestión de la frustración, que es un estado de decepción, en el cual intervienen las emociones y se crea cuando alguien espera realizar algo y se ve impedido para alcanzarlo. Es un proceso por el que pasamos todos. Lo importante es saber gestionarlo adecuadamente para ser felices y plenos en nuestra vida.
Si un niño es incapaz de dominar su frustración, ésta le puede producir una emoción negativa provocando un daño físico o psíquico intencional a la persona u objeto que lo generó, también puede generar problemas con otros niños en sus relaciones sociales o con adultos al no querer cumplir una orden o un castigo impuesto.
Algunas de las causas por las cuales esta situación de frustración aparece son:
- La inconsistencia de los adultos: una conducta es castigada unas veces y otras no o hasta elogiada.
- El hacerle todo. Los padres por prisas no esperan a que su hijo, a su propio ritmo, haga las cosas y por ello intervienen y las hacen por ellos. Luego, cuando sus padres no están se desespera porque no sabe hacer aquello a lo que sus padres le ayudaron.
- El sobreproteger al hijo y no permitirle vivir situaciones en las que debe aprender a resolver por sí mismo.
Ana Esther de Diego Arroyo, experta en el tema, ofrece las siguientes recomendaciones para trabajar la frustración:
- Confiar en el niño, en sus posibilidades.
- No dar todo de golpe, para no robarles tempranamente su capacidad de sorprenderse, de ilusionarse. Enseñarle a ilusionarse esperando.
- Enseñar a los niños a expresar sus emociones y sentimientos de forma adecuada.
- Enseñar y fomentar mediante el ejemplo hábitos y valores.
- Estimular el comportamiento adecuado.
- Los padres deben estar de acuerdo a la hora de tomar decisiones, ser coherentes, establecer normas de convivencia y fijar límites.
- Hacer ver a los niños que nuestras actuaciones siempre tienen consecuencias positivas y negativas. Enseñar a asumir la responsabilidad de nuestras conductas.
Enseñarles a que encuentren la satisfacción intrínseca de “lo bien hecho” sin esperar reconocimiento externo alguno.
Comenta la autora que hay que educar a los niños en el esfuerzo, ya que al tiempo en que se les educa a canalizar su frustración se les está enseñando a controlar su ansiedad y agresividad, así como a superar los momentos en que se sienten abrumados. De igual manera se les permite reafirmar el lugar que ocupan en la familia y en el mundo. Con ello les es posible desarrollar sus propios recursos. Es decir, se les está enseñando a superarse, y esforzarse.
Esta tarea a veces es difícil para los padres, pero deben recordar que la recompensa es grande, ya que en los años posteriores, el niño avanzará con ímpetu, firmeza, y seguridad en sí mismo.