EL HIJO
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
El día de hoy se festeja en familia la NAVIDAD. Por infortunio el mundo moderno nos ha arrastrado a dar a esta temporada un significado bastante alejado de lo original. No se trata de hablar de religión sino de familia. De una familia que se forma con el nacimiento de un hijo. Es decir, cuando una pareja que se ama, al unirse sigue siendo sólo una pareja, y se convierte en familia cuando tiene su primer hijo. La vida cambia ante la llegada de un primogénito y sigue cambiando con cada hijo que llega al hogar.
La llegada de un hijo trae consigo un sentido más amplio de la existencia; ofrece la maravilla de la trascendencia, la oportunidad de un amor puro y un motivo para avanzar.
Quien tiene un hijo piensa en dar sin esperar recibir; se vuelve más comprensivo y tolerante, y el peso de la obligación es mínima en relación al gozo de verle crecer y desarrollarse. Desarrolla además una habilidad única: el multiplicar el amor. Porque no se divide el amor entre los hijos, sino que se multiplica y cada uno es poseedor de todo el amor de sus padres.temporada un significado bastante alejado de lo original.
No se trata de hablar de religión sino de familia. De una familia que se forma con el nacimiento de un hijo. Es decir, cuando una pareja que se ama, al unirse sigue siendo sólo una pareja, y se convierte en familia cuando tiene su primer hijo. La vida cambia ante la llegada de un primogénito y sigue cambiando con cada hijo que llega al hogar.
En esta época mucho se escribe y llegan a nuestras manos hermosas reflexiones. En esta ocasión se comparte a ustedes, creyentes y no creyentes , un escrito anónimo que ofrece diversos significados, pero sin duda alguna todos los lectores encontrarán en él lo que vale un hijo para un padre.
Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección; desde Picasso hasta Rafael.
Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte. Desgraciadamente, el hijo fue a la guerra, fue muy valiente y murió en la batalla mientras rescataba a otro soldado.
El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo. Un mes más tarde, justo antes de la Navidad, alguien tocó a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre: «Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. El salvó muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así instantáneamente.
– El hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte- le dijo.
El muchacho extendió los brazos para entregar el paquete: «Yo sé que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto.» El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado.
El contempló con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se arrasaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro. – «Oh no, Señor, yo nunca podría pagarle lo que su hijo hizo por mí. Es un regalo.»-
El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería. El hombre murió unos meses más tarde y se anunció una subasta con todas las pinturas que poseía.
Mucha gente importante influyente acudió con grandes expectativas de hacerse de un famoso cuadro de la colección. Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo.
El subastador golpeó su mazo para dar inicio a la subasta. «Empezaremos los remates con este retrato del hijo, ¿quien ofrece por este retrato?» Hubo un gran silencio.
Entonces una voz del fondo de la habitación gritó: «Queremos ver las pinturas famosas» «Olvídese de esa». Sin embargo el subastador persistió: «Alguien ofrece algo por esta pintura? $100.00? $200.00?» Otra voz gritó con enojo: «No venimos por esa pintura, Venimos por los Van Goghs, los Rembrandts. Vamos a las ofertas de verdad».
Pero aún así el subastador continuaba su labor: «El Hijo, El Hijo, Quien se lleva El hijo?» Finalmente una voz se oyó desde muy atrás de la habitación: «Yo doy diez dólares por la pintura» Era el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre, era lo único que podía ofrecer.
«Tenemos $10. Quien da $20?», gritó el subastador. La multitud se estaba enojando mucho. No querían la pintura de El Hijo. Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones.
El subastador golpeó por fin el mazo: «Va una, van dos, VENDIDA por $10» «Empecemos con la colección!», gritó uno. El subastador soltó su mazo y dijo: «Lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llegó a su final»
«Pero, y las pinturas?», dijeron los interesados; «Lo siento», contestó el subastador; «cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenía permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de EL HIJO sería subastada. Aquel que la aceptara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. El hombre que aceptó quedarse con EL HIJO se queda con TODO».
Definitivamente un hijo da un gran sentido a la existencia. Quien quiera acercarse al padre, bastará sólo atender y amar a su hijo… y tendrá las puertas abiertas.
Que la paz y la alegría reinen en sus familias en esta Navidad.