LO QUE SE QUIERE ENSEÑAR A LOS HIJOS
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
Todos los padres soñamos con una gran serie de cosas que queremos que nuestros hijos aprendan para ser felices y productivos en sus vidas. Alberto Soler, psicólogo infantil, ofrece una lista de cosas que considera que son importantes, de las cuales, con el paso del tiempo se derivarán otras más.
A continuación se muestra esa lista de cosas que la mayoría de los padres deseamos que nuestros hijos aprendan. Seguramente nos identificamos con muchas de ellas:
- A ser diferentes. Tener pensamiento crítico, no aceptar las cosas porque sí. No seguir “packs ideológicos”. No pensar lo que se supone que tienen que pensar. Quiero que aprendan a buscar información y tener su propio criterio.
- Ser los dueños de su vida, tener un locus de control interno. No dejar su vida en manos de la suerte o el destino. No ponerse excusas. Aprender a diferenciar aquellas cosas que pueden cambiar y las que no, aceptar las que no pueden cambiar y tener determinación ante las que sí.
- Apreciar la música. Tocar un instrumento. La música es un idioma y un modo de expresión emocional. Las personas que dominan un instrumento tienen unas vías de expresión emocional que los demás carecen. Además, este aprendizaje es muy bueno para el desarrollo cerebral.
- Ser capaces de reírse de sí mismos y no reírse de los demás. Es útil relativizar las preocupaciones propias y empatizar con las ajenas. Tomar distancia y ver las cosas con humor ayuda bastante, pero es importante tener la empatía suficiente para no reírse nunca de alguien que sufre o tiene un problema.
- Respetar a los demás. No hacer nada a otro que no te gustaría que te hicieran a ti mismo. Seguir el imperativo categórico de Kant: “obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”
- Marcarse objetivos, seguirlos, y tener la flexibilidad suficiente para cambiarlos cuando sea necesario. Sin la capacidad para planificar y establecer unos objetivos es muy difícil lograr metas. Quiero que aprendan a priorizar y saber sacrificar el simple placer a corto plazo por la satisfacción y realización a largo plazo.
- A ser cabezones, esforzarse y pelear por lo que quieren. Como diría John Locke en la serie Perdidos “no me digas lo que no puedo hacer”. Esa es la actitud que quiero que tengan ante los desafíos de la vida. Que no permitan que nadie (y ahí me incluyo yo) cuestione su capacidad de lograr sus metas.
- A apasionarse por algo: por la ciencia, por la literatura, por la música o por hacer la torre Eiffel con palillos. Por algo, da igual lo que sea. Es importante tener ese algo en la vida más allá del trabajo que te llena y te motiva. La gente rara se suele apasionar por cosas interesantísimas. Ya lo he dicho, pero quiero que sean raros.
- A no dar importancia al físico y preocuparse por su salud. Quiero que la importancia que le den a su aspecto físico sea simplemente como un indicador de su estado general de salud, entendiendo que una persona obesa o con infrapeso muy sana no suele estar.
- No juzgar a los demás. Es muy sencillo juzgar a los demás. La distancia da una falsa (pero muy intensa) impresión de sabiduría. No hay que olvidar que cada persona recorre su propio camino y, como dice el proverbio, “antes de juzgar a una persona, camina durante tres lunas con sus zapatos”
- Tener pensamiento científico y conocimientos básicos de estadística. Saber qué es una media, una moda, en qué consiste el método científico, el doble ciego y por qué la homeopatía es una estafa. Este pensamiento científico está en la base de la identificación de los errores cognitivos.
- Tener unas ideas políticas y una visión formada sobre el funcionamiento del mundo, y ser capaces de defenderlas, comprometerse con ellas y vivir de modo coherente sin indiferencia. Martin Luther King dijo “no me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena”.
- No sentirse por encima de los demás, pero no permitir que nadie pase por encima de ellos. La prepotencia es el enmascaramiento de una baja autoestima, pero la humildad es una buena base sobre la cual construir el conocimiento.
- No gritar. No hay ninguna idea que sea más válida cuando se expresa a mayor volumen. Hay que defender las ideas con argumentos, no con decibelios.
- Asumir riesgos. Aceptar que en la vida, a veces, se pierde, pero que si no aceptas la posibilidad de perder no vas a ganar nunca. Hay muchas personas que acaban viviendo vidas totalmente insignificantes por miedo a tomar una decisión errónea, y no se dan cuenta de que están cometiendo el mayor error que pueden cometer: no arriesgarse.
- A pedir perdón y reconocer sus errores. No es un drama. Las personas nos equivocamos, no pasa nada. El verdadero problema es que acabes justificando cualquier error que cometas, entonces te estarás privando de la posibilidad de aprender de ellos.
- Comprender que se es más feliz dando que recibiendo, y esto viene avalado por la ciencia. Si sólo te preocupas por ti y por tu bienestar, llegará el día en el que te darás cuenta de que tu vida está vacía, y eso será porque tú la has vaciado. Rodéate de gente importante para ti e invierte en su bienestar, de ese modo también estarás invirtiendo el tuyo propio.
- Que no hay tareas “de hombres” o “de mujeres” en casa, sino que todos los que viven en casa tienen la misma responsabilidad, sea la plancha, fregar los platos o preparar la comida.
- A veces la vida no es justa. Ya está, asúmelo, deja de lamentarte y sigue avanzando. Si vives lamentándote por el pasado o preocupándote por el futuro la vida va a pasar por delante de tus ojos sin que te des cuenta
Termina diciendo: “Yo no soy perfecto y no quiero ocultárselo a mis hijos. Pero quiero ser el mejor modelo para ellos, y por eso tengo que mejorar cada día como persona y como padre. Si pienso cómo quiero que sean ellos algún día, tengo muy claro en qué debo esforzarme en ser mejor, porque ellos van a aprender de lo que yo hago, no de lo que yo digo”.