LOS PENSAMIENTOS Y LAS CREENCIAS
(Continuación del artículo anterior)
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
Todos los seres humanos se forman dentro de un ambiente determinado, bajo ciertas formas específicas, métodos disciplinarios distintos y situaciones diversas. Los padres son una pareja que ha sido criada bajo normas diferentes y cada uno piensa que lo que se hacía en su hogar era lo correcto. Algunos, son severos críticos de lo que hicieron sus padres y toman la decisión de hacer justo lo contrario. De cualquier forma es una misma creencia: o se apegan a ella o se van al polo opuesto, pero es un mismo camino.
Esas creencias ofrecen guías de cómo deben ser las cosas, desde su propia perspectiva. Así, se tiene una creencia importante sobre cómo debe ser un buen padre o madre; sobre cómo deben comportarse una mujer y un hombre; sobre el significado y tolerancia del llanto de los hijos; sobre la obediencia y desobediencia; sobre lo que debe y no debe hacer un buen educador, entre muchas otras. Por lo general esas creencias no pueden explicarse, pero sí se defienden con mucha fuerza y decisión, asumiendo que son la verdad absoluta.
A esto se agrega un factor de gran importancia, que es la poca tolerancia que se tiene cuando se recibe el mensaje de que no se están haciendo bien las cosas. Ser objeto de crítica es poco agradable, más cuando se considera que ésta, por lo general es ofrecida con una connotación negativa. Así que si la crítica se dirige a no ser efectivo y funcional en la labor de la maternidad o paternidad, la herida es bastante severa.
Los cambios y modificaciones son procesos
Los cambios no son inmediatos. No basta desearlos para que ésos se produzcan. Es necesario determinar qué se quiere cambiar, planear cómo se va a hacer el cambio, ir evaluando sobre la marcha, ser consistente y esperar con paciencia. De esto surge una gran pregunta: ¿Cuánto tiempo crees que se necesita para que tu hijo (a) aprenda a hacer algo tan bien como tú lo esperas?
Es importante pensar si lo que se desea que el hijo logre es algo que debe aprender o es un proceso. Todo de alguna manera implica un proceso, pero unos de aprendizaje y otros de madurez. Por ejemplo, hay acciones que los niños pueden aprender, como:
- Recoger los juguetes
- Tirar la basura en el cesto
- Lavarse los dientes
- Saludar, despedirse, dar las gracias, pedir permiso.
- Dejar la ropa sucia en el lugar destinado para ello.
- Recoger su plato y su vaso, etc.
- Ayudar a poner la mesa.
- Horarios de sueño, de comida, de baño, etc.
Estas acciones las pueden aprender si los padres son claros al especificar las reglas, si estimulan a los niños en sus avances y sobre todo, si son muy consistentes. Por lo general 21 días seguidos alcanzan para fijar las conductas. Esto no significa que después de este tiempo se deje de estimular. El reforzamiento mientras se aprende es diario y después se puede volver intermitente.
Por otra parte, hay procesos que tienen que ver con el grado de maduración de los niños, como:
- La salida de los dientes
- El gateo
- El caminar
- La definición de la lateralidad
- Hablar
- Control de esfínteres
En estos casos se requiere entrenamiento y paciencia para que el proceso madure. Por supuesto el estímulo siempre debe estar presente para que el niño(a) experimente ese sentido de logro que le va otorgando confianza en sí mismo.