UN PRIMER CONTACTO CON EL MUNDO
Por Dra. Patricia García Mora
Terapeuta Familiar en Supera
Antes de que el niño camine, el gateo le permite conocer el mundo que lo rodea. De ahí su relación con sus futuras habilidades motoras y cognitivas.
Esta etapa es de suma importancia. Para que un bebé logre gatear tendrá primero que arrastrarse, para lo cual requiere de estímulos. El gateo se presenta entre los 7 meses y el primer año de edad; en algunos casos se puede dar unos meses antes, de acuerdo con la fortaleza y a la motivación que se le dé, pero todo este tiempo es considerado normal.
Aproximadamente a los 5 meses es bueno dejar al niño por ciertos períodos en el suelo, boca abajo, con algunos objetos frente a él para que se sienta incitado a tomarlos, al tiempo que con las palmas de las manos del adulto que le acompañe, se ejerce cierta presión en las plantas de sus pies para ayudarlo a empujarse. También puede colocarse al bebé sobre los muslos de manera transversal y poner cerca un objeto que pueda llamar su atención; él intentará alcanzarlo y con la inclinación que presentará al estar en esta postura se empujará.
Pueden ponerse objetos hacia el frente ligeramente dirigidos hacia algún lado; al tratar de alcanzarlos tenderá a irse de lado y necesitará hacer fuerza con sus antebrazos para mantenerse en su lugar. De esta forma se le ayuda a adquirir fortaleza para el gateo y se estarán formando en el niño estructuras para una adecuada posición.
El hablar de la importancia del gateo se debe a que se establece el patrón cruzado, ayudando con esto a lograr una mayor coordinación así como a comprender conceptos de distancias y a resolver problemas de espacios, con lo que será capaz librar obstáculos o para pasar sobre ellos. De igual manera sus experiencias del tacto se incrementan.
Antes de dejar al pequeño en el piso, debe supervisarse que sea un lugar seguro, suave, limpio. Es importante recordar que a esta edad los niños se llevan todo a la boca, ya que es el medio por el que comienzan a conocer su mundo.
¿Por qué hay niños que gatean y otros que no? Porque no todos los niños se desarrollan igual. Normalmente se sientan a los seis meses, empiezan a gatear a los siete u ocho y a caminar al año. Pero hay niños que por otras razones tales como sobrepeso, bajo tono muscular, genética familiar o porque no son puestos boca abajo para jugar, no desarrollan el suficiente control postural para llegar por sí solos a colocarse en cuatro pies, y por lo tanto retrasan la posibilidad de desplazarse en esta posición.
El paso previo a gatear es el arrastre. Si un niño no gatea, tal vez pueda arrastrarse e incorporarse a la posición de pie, para luego caminar. Incluso hay casos en que los niños gatean después de haber aprendido a caminar. Esto es, el gateo no fue el paso previo a su marcha.
Antes se pensaba que sin el gateo un niño no iba a caminar ni menos tener un buen desarrollo. Hoy eso está absolutamente descartado. El objetivo es la marcha, no el gateo, porque es la forma en que mejor se puede integrar al medio, sin embargo los beneficios que reciben explorando en el suelo son importantes en su desarrollo.
La importancia del gateo es que es una etapa de exploración. Es lo que permite a un niño conocer el medio, los conceptos de espacio (cerca-lejos, arriba-abajo, grande-pequeño), los límites físicos, la velocidad, etc. Permite además formar los arcos de la mano (lo que en el futuro le servirá para coger objetos y más tarde escribir). El gateo favorece la disociación de movimientos en el tronco, lo que posteriormente será utilizado al caminar. Les da seguridad y confianza en su afán por descubrir el mundo en donde viven.
En esta etapa es básico el papel de los papás. Es importante que el bebé reciba de parte de ellos mucho cariño en forma espontánea, lo que implica mecerlos, acurrucarlos, hablarles con cariño, etc. Todo esto les ayudará a lograr una mayor estabilidad emocional, la que a su vez repercutirá en una estabilidad sensorial y motriz. Poco a poco pueden aumentar la dificultad cambiándolo de posición, motivándolo a moverse y a explorar, o bien, alejándole los juguetes para que se desplace a buscarlos. Ya más grande pueden armarle laberintos con los mismos objetos y muebles de la casa, para que aprendan a moverse en espacios con límites y desarrollen este concepto. Es decir, hay que darles muchas oportunidades de explorar.
Muchos padres se angustian cuando llegan a esta etapa porque no desean que su hijo esté en contacto con un lugar anti higiénico, como lo es el piso. Si se tiene un cuidado especial de que el niño no tenga a la mano objetos que puedan lastimarle, no les sucederá nada por estar en contacto con lo que es su mundo.
Son tantos los beneficios que se han detectado que los andadores están pasando a ser objetos del pasado. Es corta la etapa en la que el niño se desplazará por el suelo; pronto aprenderá a tomarse de los muebles para ponerse de pie y por supuesto, querrá que le tomen de la mano para desplazarse de un lugar a otro. Esta es otra etapa para disfrutar. Todas y cada una de las del desarrollo de los hijos ofrecen multitud de detalles que maravillan. Ese pequeño ser humano que hoy se desplaza por el suelo, pronto se erguirá para caminar por el sendero de la vida a la cual se le ha invitado a vivir.