LOS NIÑOS Y LA IMITACIÓN

LOS NIÑOS Y LA IMITACIÓN

Por Dra. Patricia García Mora 

Terapeuta Familiar en Supera

LOS NIÑOS Y LA IMITACIÓNLa imitación aparece en los niños alrededor del cuarto mes, y a partir de entonces es una excelente manera de aprender nuevas habilidades. Conocer esto es tener a la mano una valiosa herramienta para educar a los hijos.

Todo lo que nosotros deseamos que ellos hagan, simplemente hay que modelarlo. Ellos se encargarán de copiar el patrón, repetirlo y aprenderlo.

Según los expertos, la imitación se inicia por la observación y es una herramienta poderosa para que un niño adquiera nuevas habilidades y enriquezca su lenguaje. Desde los primeros meses, el bebé imita a las personas que le están cercanas; primero las expresiones faciales y los susurros, luego los movimientos corporales y las palabras básicas. Del primero al segundo año, la mayoría de los niños se obsesionan con la manera como los adultos usan los teléfonos, las llaves, las ollas y cada objeto cotidiano. Esta mímica marca un gran paso cognoscitivo, porque el niño entiende que las acciones que imita tienen un significado.

Así, motivado por el deseo de ser como las personas que ama, el pequeño siente una conexión instantánea cuando camina por la casa cargando la bolsa de mamá  o usando los zapatos de papá. Con ello está probando su relación con los demás y comparándose con ellos. Todo se convierte en una oportunidad para copiar.
Cada vez que el niño recibe recompensas con sonrisas y elogios por sus intentos, se siente animado a continuar con sus esfuerzos. Esto define un proceso de aprendizaje y lo ayuda a establecer vínculos. 

 Por otro lado, los juegos y las canciones les permiten a padres e hijos imitarse los unos a los otros. La imitación es una forma de halago, los niños se sienten valorados y respetados cuando son imitados. A los 18 meses, el niño empieza a imitar también a otros niños. A esta edad se da lo que se llama el juego paralelo, que significa que  los pequeños juegan uno al lado del otro en lugar de uno con el otro. Esto sirve para captar patrones y se da la reproducción de los mismos como un juego imitativo.  Es decir, los niños de esta edad cambian sus acciones para simular el comportamiento de los niños que los rodean. Más tarde, empezarán incluso a copiar a los extraños, a personajes de la televisión e incluso a las mascotas o animales que conocen.

La fascinación de los niños por la mímica tiene mucho que ver con sus habilidades motoras y cognoscitivas que están en evolución. A esta edad, los pequeños son activos, tienen algo de coordinación ojo-mano, y comienzan a emplear palabras. La memoria también es más fina. 

Recientes investigaciones descubrieron que a una edad tan temprana como los 14 meses, los pequeños son capaces de recordar e imitar las acciones que vieron semanas o meses atrás. Es importante entender esto y recordar que los niños observan y copian todo, por eso es recomendable cuidar los comportamientos que ellos observan en los demás. La mayoría de aspectos del lenguaje: vocabulario, reglas básicas de gramática y hasta las malas palabras, son aprendidas a través de la imitación y cuando los niños empiezan a hablar imitan los sonidos escuchados. Por ello, lo que se desee que el niño haga o diga hay que modelarlo. Eventualmente, el niño no sólo imitará sino que comenzará a actuar por motivación propia. Está aprendiendo habilidades como cepillarse los dientes y ponerse los zapatos con sólo mirar a los demás que lo hacen todos los días.

La imitación se convierte en el primer peldaño hacia la independencia. Al tiempo que el niño imita también razona: “¡Puedo hacerlo!” Es conveniente aprovechar ese impulso y proporcionar al niño materiales que pueda manejar, como utensilios de comida para niños, un vaso pequeño para ponerle leche a su cereal y un asiento para que alcance el lavamanos. Los teléfonos de juguete, los muñecos y una cocina estimulan el juego y la fantasía.

Sin embargo, algunos de los intentos por copiar estarán más allá de su capacidad, así que es importante vigilar su seguridad y ayudarlo sólo si  lo pide. No hay problema si el niño se equivoca; es parte del proceso de aprendizaje. Lo que se debe hacer es felicitarle por intentarlo. Si en el primer ensayo no tiene éxito pero recibe estímulo, tratará de nuevo. Recuerde que en esta etapa es normal que el niño trate de imitar todo lo que ve.